prejuicio

NOTA: Recuerdo haber escrito esta crítica social con unas ganas ingenuas de cambiar el mundo o al menos, influenciar en la forma de ser de quienes la leyeran, pues consideraba, de manera egoísta y hasta orgullosa, que muchos conocidos a mi alrededor vivían de esa manera. Hoy en día, después de recibir a Cristo como mi Señor y Salvador, luego de haber sido y seguir siendo transformada por Su amor, logro entender que, en realidad, redacté este texto criticándome a mí misma. Lo que juzgaba en secreto de los demás, yo también lo vivía día a día... 

Ciertamente, como dice Lucas 6:45, "de la abundancia del corazón, habla la boca." 

¿Por qué criticas y rechazas

a los otros sin conocerlos,

solamente por no poseer

lo que tú consideras correcto?

¿Por qué te cuesta tanto

aceptar a las personas…

o amarlas también

de esa misma forma?

Nuestra perspectiva
sobre lo que vemos,

demuestra perfectamente

de qué estamos hechos.

No te conviertas

en eso que más desprecias,

porque conforma

todo lo que te molesta.

Las etiquetas deberían ser

para prendas de ropa,

cualquier comida u objeto,

pero nunca para las personas. 

La superficialidad, el orgullo 
y la vanidad nos envenenan,

hasta el momento en que entendemos
que cada quien brilla a su manera.

Sé y deja ser.

Sin prejuicios, ni insultos.

Enfoca la mente en tu felicidad,
sobretodo en tus asuntos.

Presta atención

a lo puramente esencial,
saca la basura mental,

excluyendo lo demás.

Elimina la importancia 

de lo tóxico y negativo.

JAMÁS lo que te esclaviza

será alguna vez tu amigo.

Vive y deja vivir.

Existe un tipo de belleza en todos.

Cada camino es distinto,

no compares tu vida con la del otro.

Lo íntimo es preciado,

la privacidad es un regalo.

Se deben aprovechar al máximo,

sin juzgar al que prefiere lo contrario.

Analiza detenidamente

a tu versión de antes,

puesto que eres el único

con quien debes compararte.

Y busca evolucionar,

mejorar con todos tus anhelos... 

Tanto que los que te conozcan,

tengan que volver a hacerlo.